27 de diciembre de 2011

Cuerpos (humanos)

Antes que nada, una advertencia: no esperéis expansiones erótico festivas en este post. No va por ahí la cosa.
Quería hablaros de algo en lo que llevo pensando hace ya unas semanas, Pero hasta ahora no había encontrado el momento. A finales de noviembre tuve la suerte de conocer a Neil Sammonds, investigador de Amnistía Internacional sobre Siria. Neil es un inglés de poco más de 40 años, algo loco, que, por jugarretas del destino, aprendió árabe antes que español, que era su primera opción. En parte debido a ello, hace ocho años que investiga casos de violaciones de derechos humanos en Oriente Próximo. Visitó España por varios motivos y yo tuve la suerte de pastorearle amigablemente de una entrevista a otra y, entre un periodista y otro, conocerle un poco.
Me impresionaron muchas cosas de Neil. Pero, sobre todo, me impresionó una frase suya que hoy (milagros y aconteceres del subconsciente) ha aflorado de mi memoria. Creo que estaba en directo, en Hoy por Hoy, y Carlos Francino le preguntó acerca del Ejército Nacional Sirio, una fuerza creada por  desertores de las unidades militares del sangriento régimen de Bachar al Asad. Neil respondió que, efectivamente, tiene constancia de que existen opositores a la dictadura siria que están armados. Pero, inmediatamente, añadió: "La mayoría de los sirios contrarios al régimen se oponen a él con la única arma de sus cuerpos, saliendo a manifestarse en la calle, aún sabiendo que corren el riesgo de ser tiroteados por los soldados".


No voy a hacer una descripción de las atrocidades que el régimen sirio está cometiendo contra su población. Para eso ya están los informes de Amnistía Internacional, para quien trabajo, y de otras organizaciones. Dejadme sólo apuntar dos cosas: desde que comenzaron las revueltas en Siria, hace menos de un año, se calcula que más de 5.000 personas han muerto víctimas de la represión. En uno de los informes de Amnistía sobre las atrocidades del régimen, centrado en malos tratos y tortura en los hospitales, figuraba una frase estremecedora, dicha por un médico a su paciente: "no voy a curarte la herida del pie porque así, cuando se te gangrene, te lo tendremos que amputar".
Lo que quiero con este post es, de alguna manera, mostrar mi admiración por esas personas que luchan con la  única arma de sus cuerpos en las calles de Homs y Deraa, de El Cairo y Alejandría. Las que han luchado en las calles de Túnez o Bengasi. Y en las de Manama y Saná.
Resulta difícil olvidar, a poco que se haya mirado con atención, la imagen de la manifestante egipta brutalmente golpeada y casi desnudada por los militares que desde hace muchos días escupen fuego y rabia contra las personas que en la plaza de Tahrir y sus alrededores piden la democracia y el fin de la represión. 


En todo Oriente Próximo, cuerpos creados para el placer y la vida son diariamente maltratados, corrompidos de una u otra manera y tratados como deshechos, como escoria. No debería dejarnos indiferentes. La gente que clama por la democracia en Yemen, Egipto, Bahréin, Siria. La que lo hizo en Túnez y Libia no son desconocidos. Son nuestros hermanos de armas. Nuestros camaradas que, como nosotros, tienen a su disposición las únicas armas de su indignación y de sus cuerpos.

Fantasmas

No me gustan las películas de terror. Ni las series, tan de moda ahora. Cada vez que me siento a escribir frente a la ventana recuerdo (a menudo con un escalofrío) la escena de El misterio de Salem´s Lot en la que dos niños vampiro llamaban a través de la ventana a un niño humano protegido por el cristal para atraerle al lado oscuro. De hecho, no busco un enlace a la serie, basada en un libro de Stephen King, porque al hacerlo hace un minuto saltó una escena en Youtube y todavía estoy sobrecogido. Si sigo escribiendo es (como casi siempre, por otra parte) para exorcizar esos temores y temblores.
Mi yo inconsciente sigue siendo un niño miedoso que pasaba noches de insomnio acechando la oscuridad en busca de indicios de presencias sobrenaturales. No siempre, no penséis que era un neurótico perdido desde la infancia. He ido mejorando la técnica desde entonces.
Mi yo consciente, sin embargo, me dice que no son esos los temores a los que hay que temer. Esos miedos nos atenazan momentáneamente. A veces, hasta nos causan un secreto placer (no a mí, pero sí a mi chica, por ejemplo, que disfruta viendo American Horror Story -renuncio esta vez a buscar siquiera el enlace).
Los terrores y horrores más ominosos están en lo cotidiano. En el miedo al futuro, a la crisis, al jefe, a quedarse sin empleo. En el miedo (tan extendido en nuestra sociedad de ahora) a crecer, envejecer, asumir compromisos, ganar densidad y peso. Algo que, evidentemente, sólo se puede conseguir a fuerza de deshacernos de vaguedades, lugares comunes, ligereza. Mirando a la vida (y, por tanto, a la muerte, cara a cara).
Siempre que tengo miedo a algo (del más acá o del más allá) me repito la frase de Franklin Delano Roosvelt -ahora sí que me atrevo a buscar el enlace-, aquel presidente de los Estados Unidos que sacó a su país de la Gran Depresión y lo metió de cabeza en la Segunda Guerra Mundial: "sólo debemos de tenerle miedo al miedo". A veces, hasta me convenzo y espanto mis temores.
En fin, dejemos atrás fantasmas y agobios y pensemos que hoy puede ser un gran día. ¿No te parece, princesa?


26 de diciembre de 2011

Un año más - un año menos (obviedades)

Cumplo, en una tarde de pereza tras las comilonas navideñas, el ritual de pasar los datos de la agenda del año que se acaba a la del año que empieza. Es un ritual mecánico, que procuro hacer lo más leve posible. Sería bueno detenerse en las anotaciones, recordar aquella entrevista brillante que hice, aquella excursión a la montaña que me llenó de tanta paz. Pero no puedo, me puede el agobio de las muchas cosas que siento que tengo que hacer. Aún así, siempre surgen de las páginas del pasado las ensoñaciones de los buenos y malos -más de aquéllos que de estos- momentos que trajo con sí este 2011 renqueante.


Los años van pasando deprisa -enésima obviedad en este post lleno de ellas, es cierto- en esta vida que, como me dijo un amigo muy querido "es siempre milicia". El tiempo se distorsiona y cosas que sucedieron hace nada parecen haber perdido todo su brillo en la memoria y cosas que sucedieron hace mucho siguen estando ahí, en primer plano. Unas y otras cargan una mochila no tan pesada como densa, compacta. Cada vez más.


Una mochila de la que no puedo ni quiero deshacerme, pero que a menudo tengo que reordenar. Y, si me pongo a colocar las cosas en cada departamento, me doy cuenta de que ha sido un año bueno. Un año lleno de afectos y amigos. También de trabajo y de momentos de incertidumbre. Un año cargado de miedos y esperanzas en lo personal y lo social (crisis, elecciones, 15M). Un año de pasos definitivos, de cambios fundamentales.



La mujer que tengo a mi lado tiene mucho que ver con esto. Juntos hemos viajado, hemos discutido, hemos pasado tardes memorables y mañanas de desidia. Sobre todo, hemos crecido, alimentándonos el uno del otro.


Un año nuevo tiene que ver con proyectos, ilusiones, esperanzas. No son buenos tiempos para ninguna de estas palabras. Pero es fácil remar a favor de corriente. El temple de las personas se demuestra entonces, cuando hay que apretar los dientes y aguantar el viento y el frío. Los héroes de Conrad y de Stevenson, de Ford y Dumas, el teniente Blueberry y Corto Maltés sabían hacerlo.


Yo ya he renunciado a ser uno de ellos. Probablemente porque antes pensaba que lo que buscaba no existía y ahora pienso que tal vez si existe y lo he encontrado y no tengo que pasarme la vida escapando. Además, como decía Bob Dylan, "era mucho más viejo entonces; soy más joven ahora". Tal vez sea un iluso porque tengo una ilusión. Pero aspiro a defenderla para que no se desvanezca. Espero que vosotros podáis hacer lo mismo en este 2012 que se anuncia, inminente, en el horizonte.


En fin, dejemos atrás la cursilería con buenas canciones. En una mezcolanza un tanto extraña, pero no exenta de sentido, ahí van Vetusta Morla, Bob Dylan -en versión de The Byrds- y Lichis/La Cabra Mecánica. A ver si podéis digerirlo. Es un reto mayor que el de la cena de Navidad.



21 de diciembre de 2011

La política como servicio - Václav Havel in memorian

Supongo que trabajar en una organización de derechos humanos me está (re)(con)(de)formando. Al final, todas las experiencias de la vida lo hacen. Me fijo más en cosas que antes me fijaba menos. Mis (escasas) últimas lecturas fuera de los textos del Máster Política y Democracia tienen mucho que ver con los derechos humanos y con una suerte de íntimos (y tal vez absurdos, pero sentidos) homenajes a personas que fueron víctimas de abusos contra ellos.
Así, hace unos meses me devoré (es fácil hacerlo) Operación Masacre, una novela-reportaje (¿un reportaje-ficción? No lo sé, no he tenido tiempo de bucear en la intrahistoria del libro) de Rodolfo Walsh, un periodista de izquierdas argentino, presunto montonero según algunos (dato sin confirmar, insisto en la falta de tiempo) y, eso sí que está tristemente confirmado, desaparecido durante la última dictadura militar argentina (aprovecho, pese a que me doy cuenta de que realmente estoy llenando este post de minas en forma de parántesis, para hacer votos por que sea realmente la última). 
El libro de Walsh es una descripción casi notarial de la investigación que realizó sobre el fusilamiento de unos pobres diablos, presuntamente conspiradores contra el régimen argentino a finales de los cincuenta coincidiendo con el alzamiento de los generales Tanco y Valle. Muy recomendable y pavoroso.
Pero no era éste el libro del que os quería hablar. Os quería hablar del libro de memorias del ex presidente checoslovaco y checo Václav Havel. Un libro de memorias un tanto extraño y titulado humorísticamente Sea breve, por favor.
Aunque a los 19 años era bastante inconsciente como para darme cuenta del momento histórico que estaba viviendo, seguí con cierta atención todos los hechos de la Primavera del Este. Aquel verano mágico en que el Telón de Acero cayó. De las escasas y borrosas imágenes que guardo en mi memoria destacan tres. Por supuesto, la caída del muro.


No sé por qué (un psicoanalista tendría mucho que decir sobre esto, imagino), la imagen de Gorbachov recibiendo un beso asqueroso en la boca de Erich Honecker, el presidente de la Alemania comunista unos días antes de la caída del muro.



Y la tercera es la imagen de Havel saludando a la multitud que había llevado a cabo la revolución de terciopelo en la entonces Checoslovaquia, un país cuyo simple nombre me fascinaba. Me impresionó que ese tipo delgado, con cara de bon vivant, dramaturgo casi recién salido de la cárcel fuese llevado prácticamente en volandas hasta la presidencia de un país.


Havel murió hace pocos días y decidí rendirle homenaje leyéndome sus memorias. De ellas extraigo las siguientes frases, muy de triste (des)actualidad en los tiempos que corren:

"En innumerables ocasiones he tenido la oportunidad de convencerme de la importancia, en un Estado democrático, de que la política no sea una mera tecnología del poder, sino que dé un verdadero servicio a los ciudadanos, a poder ser desinteresado, fundado en ideales concretos y que atienda al orden moral por encima de nosotros, que perpetúe los intereses de la raza humana a largo plazo y que no sólo le inquieten las preferencias de la sociedad del momento; en definitiva, que se niegue a convertirse en un mero juego de diversos intereses particulares o fines pragmáticos".

En fin, ahí queda eso. Les dejo con Los Planetas (¿por qué? Pues porque sí, coño):

10 de diciembre de 2011

Postal desde Sigüenza - Los fantamas de la rondalla


No los esperábamos pero aparecieron. Entre las calles que el final del otoño envuelve de penumbras y misterio de Sigüenza. Eran un grupo nutrido de adultos y niños. No tan numeroso como animado y no tan virtuoso como entusiasmado. La sorpresa final de un maravilloso día de visita a una ciudad encantada, cada vez -lo que no deja de ser una desgracia- más sumida en su pasado de obispos-señores; señoritos de la nobleza baja que murieron en la Acequia Gorda de Granada sin apenas combatir, ahogados por el peso de su armadura; y milicianos que resistieron a las tropas golpistas inútilmente en la catedral para ser luego tiroteados antes y después de rendirse, mientras intentaban escapar por los huertos de la ciudad o cuando ya tenían los brazos levantados en el interior del tiempo y habían ondeado la bandera blanca.
Pero me he perdido. Me he puesto a hablar de fantasmas y se me olvidaron los fantasmas primeros, los que me llevaron a escribir fantasmas. Fantasmas de carne y hueso los que formaban la ronda que con sus villancicos y coplas animó los momentos finales de nuestra estancia en Sigüenza un día de fiesta apacible en el que nos dejamos arropar por el cariño de amigos nuevos y antiguos.
Tristemente, como decía Labordeta, "al paso que vamos, todo pa yermos". ¿Quién sabe si dentro de pocos años no quedará gente en Sigüenza para hacer rondas navideñas? Ya hay muchos pueblos de los que la gente que las hacía se fue hace mucho tiempo y pocos signos hay de que la marea que convierte en desiertos demográficos buena parte de la dura tierra de Castilla recule. Espero, como en tantas otras ocasiones, estarme dejando llevar por el pesimismo y que el futuro sea más brillante de lo que ahora luce. Les dejo con los fantasmas de la ronda y con el fantasma bueno de Labordeta.

2 de diciembre de 2011

Hay un hombre en los medios que lo hace todo - Entrevista con Ignacio Escolar

Bromas aparte, la estrella de Ignacio Escolar no ha dejado de subir en los últimos años. De forma muy merecida, desde mi punto de vista. Tuve la suerte de entrevistarle el pasado verano. El resultado apareció en la revista 21 el pasado mes de noviembre. Un mes intenso de trabajo no me ha permitido hacerle mucho caso a este blog. Ahora que lo retomo (al parecer, con fuerzas). Las fotos no tienen nada que ver con la entrevista. Son fotos de las antiguas minas de Almadén. Un aviso de posibles y espero que evitables desastres. Las palabras de Escolar también aspiran a ser una vacuna contra ellos.


Ignacio Escolar (Burgos, 1975) es un tipo muy activo. Basta con asomarse a su blog escolar.net para comprobarlo. Fue el primer director del diario Público con apenas 32 añitos y es uno de sus columnistas estrella. Su opinión, escorada más bien hacia la izquierda, es muy respetada, especialmente entre los lectores más jóvenes, que buscan una voz distinta de la de los viejos popes del periodismo.
Escolar es también un innovador. Su negativa a publicar anuncios de prostitución en el diario fue una decisión arriesgada que le hizo perder dinero al diario y ganar prestigio. También ha sido pionero en el uso de las posibilidades que lo digital abren al periodismo. Por otra parte, no es de los columnistas que se dedican puramente a impartir doctrina. Habla siempre con datos en la mano. En persona, esa capacidad para el dato y la argumentación se ve multiplicada. La lectura de su ensayo La generación estafada, incluido en el libro Reacciona junto a artículos de Sampedro, Mayor Zaragoza o Garzón, entre otros, aporta una buena dosis de datos para entender la crisis y la sensación de caos que nos ahoga económica y moralmente.



-Después de casi cuatro años de crisis, de llamamientos a la indignación, de la indignación al fin en marcha y de las últimas elecciones, ¿cuál es su estado de ánimo?
-Soy optimista. Lo más importante de lo que ha pasado en España no que la gente haya tomado las plazas, sino que se ha dado cuenta de que puede tomarlas. Ha sido una inyección de autoestima. Es la primera vez en mucho tiempo que un movimiento sin una importante organización política o sindical detrás es capaz de concentrar a miles de personas en torno a una protesta común. Y creo que las manifestaciones de después del verano van a ser todavía más masivas.

-El Roto publicaba hace poco una viñeta que rezaba “Oscurece, luego amanecerá”. No sé si se apunta a la idea.
-Puede ser. Políticamente, vamos a un monocultivo del Partido Popular, que va a tener la mayor concentración de poder de un partido político desde la Transición. A partir de ahí, puede pasar cualquier cosa. Aunque los partidos de izquierda están muy débiles, el hecho de que haya tanto movimiento ciudadano me da esperanza.

-Tiene más confianza en los movimientos ciudadanos que en los partidos políticos.
-Ahora mismo, sí. Sigo creyendo en los partidos políticos, pero creo que los partidos políticos se mueven si la sociedad les menea. Y creo que los movimientos ciudadanos van a ayudar a organizar alternativas políticas, no sé si sobre las siglas que están ahora o sobre otras nuevas.

-¿Cree que es posible que se cree un vaso comunicante entre unos y otros?
-Seguro que sí. Los políticos son mucho más permeables a lo que pide la sociedad de lo que la gente se cree. Lo que pasa es los problemas se vuelven importantes cuando la gente protesta. Los políticos no viven de espalda a la sociedad. Viven en burbujas. Pero incluso a las burbujas, cuando haces el ruido suficiente, llega el eco de las cosas.

-Es evidente el desencanto con la clase política en España. ¿Cuál es su diagnóstico y su pronóstico al respecto?¿Tiene alguna receta para que la situación mejore?
-Se han juntado varias cosas. Hay una cierta idea de que todos los políticos son iguales, que creo que es injusta. Por otra parte, hay una crisis institucional global. Lo decía Strauss-Kahn, cuando aún era una persona presentable: “la democracia no sobreviviría a un segundo rescate bancario”. Los ciudadanos no perdonarían que no se pusiesen los medios para evitar una injusticia tan evidente como que las pérdidas sean de todos y los beneficios sólo de los bancos. También ha habido muchas torpezas por parte de la clase política. No es de recibo, por ejemplo, que España sea junto con Italia –mire qué ejemplo– el país con más coches oficiales.



-Todos los científicos sociales auguran que las generaciones que vienen van a vivir peor de las generaciones anteriores. ¿Qué nos ha llevado a este pesimismo?
-A esta situación, más que a este pesimismo, nos ha llevado una contrarreforma que se inició en los ochenta. Cuando cae el muro, nace el pensamiento único: la única alternativa posible es el mercado. Un mercado que, por lo menos en Europa, estaba compensando por la necesidad de dar a las clases bajas una esperanza, un sustento y un mínimo de prosperidad para evitar una posible revolución. Con el fin del comunismo, esa necesidad desaparece. Además, la globalización acaba con la fuerza de los movimientos sindicales. Desde que el capital circula con libertad y las personas no, y los puestos de trabajo se pueden mover a cualquier parte del mundo, resulta muy difícil defender los derechos laborales. Esa contrarreforma va a más y nos lleva a un mundo cada vez más desigual.

-Usted mantiene que la crisis la están pagando quienes no la han provocado.
-Sin ninguna duda. La crisis la ha provocado una serie de comportamientos financieros absolutamente absurdos que llevaban a una situación en la que los que corrían los riesgos no asumían las consecuencias. Además, hay un sobrepago. El PIB de España ha descendido un 2-3%. Pero nuestro nivel de vida ha descendido mucho más. La diferencia entre este descenso y el del PIB es lo que nos han estafado.

-Al principio de la crisis se habló de refundar el capitalismo, pero eso se ha olvidado.
-Al igual que los sindicatos compiten localmente contra un problema global, que es la deslocalización, los gobiernos compiten nacional o regionalmente contra un problema global. Al capital le da igual: no bajas los impuestos, se va; no quieres ser un paraíso fiscal, se busca uno… Todos cavamos para que el agua llene nuestro agujero y siempre va a haber alguien que ponga unas condiciones mejores para el capital. En este sistema, estamos condenados a perder siempre, a hundirnos más y más.

-Por lo que apunta, la solución vendría de una mayor gobernanza global. Pero incluso las gobernanzas regionales como la UE se están descomponiendo.
-En Europa se dan los embriones para una gobernanza económica. Pero es un bebé sietemesino. Queda la duda de si hay posibilidad para la reforma o de si esto sólo se reformará cuando implosione, lo cual es algo terrible. A nadie le gustaría llegar a la revolución, pero nos esperan tiempos dramáticos.



-Pinta un panorama muy negro y, sin embargo, se declaraba optimista.
-Soy pesimista en lo global, pero optimista con las pequeñas esperanzas de cambio que van surgiendo.

-Suele hablar de una conspiración del silencio que lleva a pensar que no es posible hacer otra cosa que aceptar los recortes del Estado del Bienestar.
-Siempre te queda la duda. Cuando hablas con la gente del Gobierno te dice que no somos conscientes de la situación, de que si permaneces en el sistema tienes que cumplir sus reglas. Es cierto que el margen de maniobra del gobierno es escaso. Yo  critico no tanto por los recortes en sí como por no repartir la factura entre varios. Entiendo que hay que recortar el déficit, y de una manera drástica, porque la alternativa de una intervención es peor. Pero no entiendo es que las medidas para recortar el déficit no incluyan un impuesto para los más ricos, una fiscalidad más progresiva o un impuesto para el Patrimonio. También se podía haber rescatado a la banca de otra manera. Por ejemplo, haciéndose cargo de sus acciones y de sus consejos de administración. O renunciar a pagar la deuda, como hicieron Argentina e Islandia. Pero incluso sin llegar a esos extremos, había alternativas. Dentro del propio gobierno hubo debate. Lo sigue habiendo. Mucha gente dentro del Gobierno y del PSOE opina que hay que hacer otras cosas, aparte de las que se están haciendo.

-Lo que no se ve, en el actual panorama político, es alguien que tenga al mismo tiempo capacidad de Gobierno y capacidad de aplicar esas alternativas.
-Puede ser. Lo que se avecina es un Gobierno del PP, si no con una mayoría absoluta, con una mayoría muy holgada. La duda es que van a hacer después los partidos de izquierda tradicionales como IU y PSOE o partidos que están surgiendo ahora como EQUO: si van a ser capaces de construir una alternativa en 4, 8 o 16 años. De lo contrario, vamos hacia una italianización: una derecha unida y una miríada de partidos en la izquierda incapaces de gobernar. La socialdemocracia no tiene un modelo alternativo en estos momentos. La tercera vía era una vía muerta. Y la gente, si la alternativa es recortar o recortar, va a preferir votar a los profesionales de los recortes.



-En medio de la última campaña surgió el movimiento 15-M. ¿Por qué en esta fecha, si las condiciones para la indignación existían desde hace mucho?
-Esto se intentó varias veces antes. El 15-M es el triunfo de un montón de gente que lleva muchos años haciendo cosas y fracasando. Probablemente el que haya funcionado tiene que ver con que estábamos en campaña electoral. Aparte, hubo varias gotas que colmaron el vaso: la campaña electoral tan nefasta, los últimos datos de desempleo, el libro de Hessel y nuestra modesta aportación en España con Reacciona. También la existencia de referentes: el norte de África e Islandia.

-¿Qué recorrido le ve? ¿Cree que va a conseguir resultados tangibles?
-Ya los ha conseguido. Aunque se quede en lo que ha sido hasta hoy. Mirando al futuro, la clave de pervivencia del movimiento es la internacionalización. Los problemas que tenemos son globales y no se resuelven porque se les ataca localmente. Pero el 15-M ya lo ha conseguido. La movilización propuesta para el 15 de octubre ya se plantea a nivel europeo. Y el 15-M ha generado esperanza no sólo en España, sino más allá. Durante el mes de mayo, todo el mundo ha mirado a España. Además, es un modelo de protesta fácilmente exportable. Y precioso, y pacífico. Uno de sus mayores logros es hacer planteamientos transversales, que pueden ser compartidos por la derecha y por la izquierda: que no haya corruptos en las listas, que los votos vayan igual, que no gobiernen los mercados. Esos mínimos son muy valiosos. Generan un campo de juego para todos.

-Muchos opinan que los periodistas hemos contribuido a una cierta degradación de la vida pública.
-Mucho menos de lo que los políticos creen. Los medios no pueden ser culpables por reflejar la degradación de la vida política. Lo que degrada la vida política es que los diputados aprueben que con ocho años en el Congreso ya tienes derecho al tipo máximo de pensión mientras que, al mismo tiempo, aprueban el retraso de la edad de jubilación. No que los medios lo contemos.

-¿No cree que hay demasiado espectáculo y demasiada trinchera últimamente?
-Creo que lo ha habido siempre. No lo sé. Es el discurso de algunos políticos, desde luego. Pero creo que el problema no está en quien cuenta las cosas.



-Algo de lo que se habla poco, y que constituye una seria amenaza para la libertad de expresión en este país es la precarización de nuestra profesión, ¿no le parece?
-Es algo terrible. Aquí en España ha habido una situación desastrosa de empleo en la profesión periodística, pero tenemos una sobredimensión de cabeceras. En Chicago, había dos periódicos. Uno ha cerrado y el otro está a punto de hacerlo. Si Chicago puede tener dos periódicos, ¿Cómo es que Granada puede haber llegado a tener cinco? ¿Que alguna desaparezca es terrible porque hay menos puestos de trabajo? Claro. Pero no es un peligro para la información, sino para el gremio.

-La era del periodismo impreso está acabando y está empezando la del digital. ¿Cree que va a suponer cambios importantes para el periodismo?
-Van a cambiar muchas cosas. Para empezar, la estructura económica. El soporte papel es muy caro, y el digital muy barato. Eso hace que ahora sea relativamente sencillo hacer un medio rentable entre una o dos personas. Eso abre la puerta a que existan muchas más voces de las que existían, lo que va a provocar una mayor libertad de información. Y los sitios a donde no lleguen los periódicos llegarán las redes sociales. Lamentablemente, esto es todavía para una minoría, porque el acceso a Internet está generalizado entre los jóvenes, pero no entre las personas mayores. Será más difícil mantener las rentabilidades que existían en papel, lo que llevará a una degradación de los puestos de trabajo, pero, a la larga, será positivo. Digamos que lo que está pasando es malo para los periodistas, pero bueno para los lectores.

Como todo el mundo, Ignacio Escolar tiene un pasado (que él no oculta, por otra parte). Aquí os dejo una muestra de la maldición que arrastra el periodista burgalés. 




Postal desde España - Fin de semana fantasmagórico en Almadén

Paseamos por la vieja mina, entre ruinas de la historia. Pedro nos cuenta como los hijos de los mineros se quedaban quietos a la puerta de sus casas, sin jugar, apenas sin reír o respirar, hasta que su padre volvía del pozo. A cincuenta metros bajo tierra, rodeados de los fantasmas de los forzados que redimieron aquí su condena, se escucha el estremecedor silencio de entonces. Sobre todo, el que seguía a los toques inesperados de campana que anunciaban desgracias.


Pero la mina, que fue todo, ya no lo es. Ni siquiera para los visitantes a este pueblo perdido entre la Mancha y las sierras despobladas en donde comienza Andalucía y la Extremadura.


Hay  amistad, regalos, debates apasionados para intentar entender el mundo y su sinremedio. Un paisaje alucinado de sol de otoño. Vinos, comida, risas, su rostro sonriente...
Es un pecado pedirle más a la vida.


Quizás, tan sólo, una vieja y emocionante canción que el descrédito en que ha caido la lucha de clases hace que nos suene vieja y cansada.