28 de abril de 2012

Cuidando de la alegría del mundo (Ángel y Elena)

En esta errática bitácora he hablado de algunos personajes públicos que admiro, pero poco de algunas personas íntimas que admiro igualmente, aunque no sean conocidas. Son personas que, como decía Caetano Veloso, se dedican a cuidar de la alegría del mundo y a recordarles a los demás que la gente está hecha para brillar y no para morir de hambre. No predican grandes doctrinas, pero practican la generosidad y la limpieza de corazón.
Dos de esas personas son Ángel y Elena. Ángel es el tipo que me hubiera gustado tener como hermano. Aunque, bien pensado, es una suerte que no seamos hermanos, pues a lo mejor no nos hubiéramos conocido. Hemos llorado (metafóricamente) juntos muchas veces y también nos hemos echado buenos vinos, risas y gin-tonics. Incluso compartimos un amor imposible. Elena es su chica. La conozco menos, y no hemos llorado juntos, aunque sí que nos hemos echado vinos, risas y gin-tonics. Y, creánme, es difícil encontrar a alguien más alegre que ella.


Hace ahora un año decidieron hacer un alto en sus vidas. Ángel es un reconocido periodista oenegero, al que tengo el honor (y el reto) de suplir en Amnistía Internacional España. Elena es una de las pocas fisioterapeutas especializadas en niños de Madrid. Llevaban una vida cómoda, llena de amigos, viajes y otras cosas buenas, pero sintieron que les gustaría verse y probarse como personas y como pareja en otra situación. En una situación más complicada, sin tantas comodidades ni cosas buenas. Y decidieron hacer las maletas por un año. Destino: Ada Foah, una pequeña ciudad del este de Ghana, cerca de la frontera con Togo.


Elena iba a hacerse responsable de un incipiente departamento de fisioterapia en el hospital y Ángel... Bueno, Ángel iba a tomarse un año sabático que está resultando lleno de cosas: escribe un blog con entradas maravillosas, que recuerdan al mejor Kapuściński, colabora con la radio comunitaria local y con la sección de Amnistía Internacional en Ghana... Se busca la vida como siempre se la ha buscado este superviviente al que nunca le he visto perder su sentido de la dignidad y la generosidad. Ángel sabe que en la vida es todo milicia y que la libertad y la alegría hay que conquistarlas día a día. Es todo un ejemplo en eso.
Por si todo ello fuera poco, Ángel y Elena iban a Ghana con los ojos abiertos. Saben que no pueden salvar el mundo. Pero piensan que pueden dejar pequeñas huellas positivas en él. Y lo hacen. En mí han dejado muchas, se lo aseguro, pero este post no es para hablar de ello. Pues bien, esos ojos abiertos y un poco de dinero que recaudaron entre amigos y conocidos les ha permitido contribuir a la mejora de una pequeña escuela comunitaria en la región. La escuela se llama Anyakpor y esta semana enviaron unas fotos de cómo va su refundación. No les voy a contar la historia. Ya lo hace Ángel, y con maestría. Simplemente, quería quitarme el sombrero en público ante las personas que, como Ángel y Elena, cuidan de la alegría del mundo y le recuerdan a la gente que está hecha para brillar y no para morir de hambre.
Caetano:


22 de abril de 2012

Entrevista - Un clásico del pop español


Os dejo la entrevista que salió en el número de abril de la revista 21 con José Manuel Casañ, el líder y factótum de Seguridad Social, ese grupo que sigue dando la lata 30 años después. No son los Kinks, desde luego, pero son un clásico de nuestra música pop. Espero que la disfrutéis.

José Manuel Casañ/Seguridad Social (Tanto monta)
“No somos ni complacientes, ni ariscos”

No suenan de manera tan omnipresente como en los ochenta y principios de los noventa. Entonces, si pasabas un par de horas en cualquier pub seguro que escuchabas su Comerranas o su Chiquilla, o tal vez ambas. Pero, 30 años después, Seguridad Social y su líder, José Manuel Casañ, siguen ahí. Y lo celebran con una gira conmemorativa a lo largo y ancho de todo el país. En ella tocarán los temas de su último trabajo de estudio, El mundo al día en 80 vueltas. Pero también sus temas de siempre. Son malos tiempos para la música (y para la Seguridad Social), pero Casañ no le pierde la cara a una realidad dura. Es un profesional y, al mismo tiempo, un apasionado de esto. La formación ha ido cambiando, pero él siempre ha sido el jefe, de eso no cabe duda. Y se lo toma muy en serio.

-Ya lo sospechaba pero, según me he ido documentando, se me ha hecho cada vez más evidente: Seguridad Social es usted.
-La verdad es que soy el jefe. Soy el que hace las canciones y el que paga a los empleados. Pero tengo que decir que por Seguridad Social ha pasado mucha gente y cada uno ha aportado distintas cosas.

-Es usted un monarca absolutista, como Luis XIV, que decía lo de “el Estado soy yo”.
-La verdad es que hay poca democracia, sí. Impongo la línea que sigue el grupo. Eso sí, con mucha serenidad, amor y respeto a la gente que me acompaña en esta aventura. En un momento dado, como es mi empresa, digo: “esto se hace así”. Pero tengo los oídos bien abiertos  a sugerencias y aportaciones. No soy tan absolutista.

-Montó su primer grupo con 16 años. Lo tenía claro.
-A los cinco años ensayaba canciones de Bruno Lomax frente al espejo. A los seis años empecé en un coro infantil. Desde que pisé un escenario sabía que esto era a lo que quería dedicarme.


-Comenzaron llamándose Paranoicos, y de ahí pasaron a Seguridad Social. No me diga que la sanidad pública les curó la enfermedad mental.
-Bueno, la sanidad pública nos ha curado de otras cosas. Paranoicos era una cosa más de amiguetes, no aspiraba a ser un grupo profesional. Cuando empezamos a tomárnoslo en serio cambiamos el nombre. Aunque tampoco es que nos lo tomásemos tan en serio. Seguridad Social siempre ha sido un grupo divertido. Hasta el mismo nombre nace de una broma, de nuestro sentido del humor.

-Sus primeras grabaciones las hizo estando en la mili. Pero, ¿siendo tan punk no habría sido más lógico objetar o hacerse insumiso?
-¡Uf! Eso suponía tres años de cárcel. Prefería pasar el mal trago y poder seguir componiendo y ensayando que enfrentarme al sistema. Si no lo hubiera hecho así, no habría podido seguir con mi carrera.

-Su primer disco es un directo. Le echaron un par de narices.
-Nuestro directo siempre ha sido muy respetado y considerado. Y, al final, el directo es lo más importante para un músico. Lo trabajamos mucho. Cuidamos el repertorio para no ser ni complacientes ni ariscos. Aspiramos a tocar bien y a que, al mismo tiempo, la gente se involucre en el concierto. Pensamos que era una buena idea arrancar demostrando esa fuerza.

-La entrada de Wikipedia habla de un grupo que pasó del punk escatalítico al rock mediterráneo. ¿Está de acuerdo?
-Pasando por otros muchos caminos. Para nosotros, el punk nunca fue algo cerrado, sino una ventana abierta que nos permitía mostrar nuestras inquietudes a gente que estábamos un poco verdes como cantantes o instrumentistas. Esa es la filosofía del punk: “háztelo tú mismo”. Eso nos dio alas. Hizo de trampolín. Pero no nos quedamos ahí. Nunca hemos sido conformistas, siempre hemos arriesgado.

-¿Hay que comerse muchas ranas para seguir vivo en esto de la música 30 años después?
-(risas) hay que cantar muchas veces Comerranas, eso sí. Es una canción que surgió un día en que andaba haciendo experimentos con la escritura automática. Salieron tres o cuatro canciones en un día. Me gusta el juego. Me gusta hacer canciones con lenguaje sencillo pero que tengan un elemento más profundo, a nivel de mensaje o de, como le digo, juego.


-Chiquilla es, sin duda, una canción emblemática del pop español. ¿No cansa a veces tener que llevarla a cuestas?
-Es algo que tenemos que asumir. Es muy difícil luchar contra una canción así, que identifican una generación y la siguiente. De hecho, no hay porque luchar contra ella. En momentos más oscuros nos ha servido de caparazón o escudo. Y es algo que le pasa también a los Rolling, que no pueden deshacerse de Satisfaction. Es una ventaja tener esas canciones. Siempre representan un momento álgido de un concierto cuando las interpretas.


-He repasado las canciones de su último disco y suenan frescas. ¿A qué se debe? ¿Está todo calculado o es que tiene un síndrome de Peter Pan que no se tiene?
-El síndrome de Peter Pan está muy infravalorado. Yo estoy a favor de un síndrome de Peter Pan bien entendido. Reivindico la capacidad de asombro de los niños. Poder pensar que cada amanecer y cada atardecer son distintos, que no todo está hecho.

-Es el primer disco con temas nuevos en seis años y usted mismo ha dicho que se ha hecho “a fuego lento”. Claro, con la edad, cuesta más.
-(risas) No es que cueste más, es que está más bueno. Si vamos rápido, hay cosas que no salen bien. Más si estás intentado probar cócteles nuevos. El nuevo disco tiene un tempo más lento en todos los sentidos. En su elaboración y en el ritmo de sus canciones.

-Dice que, a estas alturas, lo de sacar disco es una cuestión de tener una tarjeta de presentación. Pues sale cara la cosa, ¿no?
-Sí. Entre otras cosas, porque no se venden discos. No existe la conciencia de que haya que pagar para escuchar música. La gente argumenta que la cultura debería de ser gratis. ¿Y por qué no el pan, o la gasolina? Yo creo que tendrían que ser gratis antes que la música.

-Están celebrando su gira de 30 años. ¿Cuántos aniversarios le quedan al grupo?
-Pues celebramos que nos hemos divertido y aprendido mucho estos 30 años y esperamos que pase lo mismo durante los próximos 30.

-Para terminar: Si tuviera que elegir una palabra para calificar Seguridad Social, yo me quedaría con “desparpajo”. No sé si le agrada, o si añadiría alguna más.
-No está mal. Yo añadiría pasión. Hay mucha gente que se ha desmarcado del mundo de la música cuando ha dejado de ser negocio. Ha desaparecido un cierto intrusismo de esa gente que no sentía verdadera pasión por la música y van quedando sólo los que de verdad sienten esa pasión.

-Y José Manuel Casañ está entre ellos.
-Sí, claro. Entre otras cosas, porque no sabemos hacer otra cosa en la vida. Bueno sí. Yo era panadero. Pero la música es mi vida y pienso dedicarme a ella mientras pueda.

21 de abril de 2012

Things to be Held (cosas a tener en cuenta)

No, no os preocupéis. No voy a soltar un manifiesto vital de nuevo. No por ahora. Me sirve el de hace una semana. Aunque, a veces, los manifiestos vitales sean difíciles de respaldar con los hechos.
Metido de lleno en los papeles del Máster en Política y Democracia, repaso capítulos del libro de David Held Modelos de Democracia, del que ya he hablado varias veces. Asumiendo el riesgo de la reiteración y la falta de originalidad, no me resisto a citar uno de los últimos fragmentos revisitados:

"Un sistema político implicado profundamente en la creación y reproducción de las desigualdades sistemáticas de poder, riqueza, renta y oportunidades rata vez disfrutará de una legitimidad sostenida en grupos distintos de los que directamente privilegia".

Pero bueno, nosotros, los españoles, los europeos, no tenemos nada que temer. ¿O sí? Habrá que ver qué nos pueden deparar los repentinos giros del destino.

16 de abril de 2012

Sobre el cierre de "Público"

Copio el artículo que publiqué hace unos días en el blog Comunicación Política. Es un trabajo para el Máster en Política y Democracia de la UNED. Tal vez os puede resultar interesante.


Son muchas las opiniones vertidas desde que el pasado 24 de febrero dejó de editarse en papel el diario Público. Sin duda, la desaparición de la edición impresa de este diario supone una pérdida de pluralismo informativo y, con ella, una pérdida de calidad de nuestra democracia. Estas ideas son bien conocidas. No voy a insistir en ellas. Prefiero explorar otros caminos.




1. Sinergias negativas.
La desaparición de la versión impresa de Público es sobre todo un síntoma de un problema más general. Todos hemos oído hablar de la crisis de modelo de periodismo a raíz tras la generalización del acceso a Internet y los numerosos debates que esta crisis de identidad ha generado: gratuidad vs. no gratuidad, periodismo profesional vs. periodismo ciudadano, inmediatez vs. contexto y verificación, entre otros. El enorme impacto que TIC han tenido sobre la prensa escrita todavía no ha sido absorbido, según se puede comprobar en el último informe del Pew Center.





Esta crisis de modelo se ve agravada, en el caso de España, por la existencia de un sistema de medios especialmente perverso, con un enorme impacto sobre la calidad de lo que Dahlgren denomina “esfera pública política”. Una perversidad que genera sinergias negativas con la ya citada crisis de modelo del periodismo. Quiero centrar este texto en un somero análisis de esta negativa combinación de fuerzas que creo es la causa última de la caída de Público, más allá de que hayan podido concurrir otros factores como la mala gestión empresarial, o las crisis económica y de la izquierda a las que hacía mención el principal accionista de Mediapubli, la empresa editora del diario, Jaume Roures.

Es una reflexión pertinente pues, como señala Soledad Gallego-Díaz, la crisis todavía puede dejar muchos muertos por el camino y los periodistas y los medios no lograrán esquivar el problema si, para evitar ser asesinados, se suicidan.




2. El sistema de medios mediterráneo.
Hallin y Mancini describen tres tipos de sistemas de medios: el liberal, propio de los países anglosajones, el corporativo democrático, propio del centro y el norte de Europa, y el pluralismo polarizado o mediterráneo. Es dentro de este tipo en donde los autores incluyen a España.

Examinemos las características de este sistema mediterráneo. Según González y Olmeda, son:
  • Escaso desarrollo histórico del mercado periodístico. Consecuencias: “prensa dirigida fundamentalmente a las élites” e “índices de lectura muy reducidos” (82,4 ejemplares por cada 1.000 habitantes en 2009 que descendieron a 78 en 2010).
  • Altos niveles de paralelismo político. Consecuencia: los medios se convierten en el referente ideológico del partido afín, “enteramente predecibles en su cobertura y línea editorial”.
  • Escasa profesionalidad y autonomía de los periodistas. Consecuencia: “La objetividad, la ecuanimidad, imparcialidad… son rara avis y se sustituyen por el partidismo o la adscripción ideológica”.
  • “Intervención del Estado”. De manera directa, como propietario, y de manera indirecta, como regulador.

De estas características, hay dos íntimamente relacionadas (el paralelismo político y la escasa autonomía de los periodistas son prácticamente dos caras de una misma moneda) que constituyen la mayor amenaza al periodismo y son a su vez causa de una tercera, muy determinante: el escaso desarrollo del mercado periodístico. Estos tres factores se retroalimentan mutuamente en una dinámica de círculo vicioso que se ha visto acelerada por la crisis económica y por la crisis global de modelo periodístico.

Aquí quisiera acotar el alcance de mi reflexión, sobre todo, a la prensa escrita. Por dos razones: es la principal afectada por la crisis del modelo de periodismo y tiene una característica distintiva que la diferencia de los medios audiovisuales. Mientras que éstos tienen un carácter eminentemente mixto, en el que el entretenimiento prima tanto –si no más– que la información, en la prensa escrita es este vector el que tiene mayor peso, siendo el entretenimiento un accesorio –cada vez más utilizado, todo sea dicho.

3. El particular “to be or not to be” del periodismo escrito.
En todo este proceso hay que destacar un hecho clave. El paralelismo político inicial se ha ido convirtiendo, como afirman González y Olmeda, en un verdadero “periodismo de trinchera cuya agresividad solo es comparable a su laxitud y permisividad”. En palabras de Albert Camus, dominan “la constancia en la tontería, la abulia organizada, la estupidez agresiva”. Todo ello ha hecho que, debido al fenómeno de la cobertura negativa (“los medios sólo son críticos con los antagonistas”) su función de control se diluya.

La baja calidad del periodismo es una mala noticia para la convivencia democrática, uno de esos conceptos desgatados –a menudo por ser excesiva e indiscriminadamente utilizados– a los que habría que limpiar, fijar y dar esplendor. ¿Por qué? Pues porque, como dice Daniel Innerarity, los medios “proporcionan la materia de nuestra realidad”, construyendo una verdadera “mitología mediática” mediante la redundancia. Si los suministradores de realidad son de baja calidad, la realidad será de baja calidad. Los mitos serán doblemente falsos. El espejo estará doblemente deformado. Esta baja calidad, falsedad y deformación es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que las democracias actuales, según Manin, se han convertido en democracias de audiencia en las que la forma de gobierno representativo se caracteriza por desarrollarse en un nuevo foro: los medios de comunicación. Aplicando de nuevo el silogismo: si el foro es malo…

Más allá del perjuicio causado a la democracia, la baja calidad del periodismo es una mala noticia para los medios en sí. En principio, nadie compraría un coche que no anda, o un abrelatas que no abre. Es raro pues que el público quiera adquirir periódicos que no informan. Si los medios de este país quieren seguir anclados en un sistema mediterráneo (parece que o bien quieren, o bien no saben o no pueden cambiar) sólo pueden seguir perdiendo terreno.




Aquí pasamos definitivamente, si no lo habíamos hecho ya, al modo normativista. Al igual que la democracia sólo se salvará siendo más democracia, y tal y como indican todos los expertos, el periodismo sólo podrá sobrevivir siendo más periodismo. Volviendo a implantar sus principios. ¿Cuáles? Según Kovach y Rosenstiel, “(el periodista) debe lealtad ante todo a los ciudadanos. Su esencia es la disciplina de la verificación”. Más poéticamente, citando a Ryszard Kapuściński, proclamamos que “los cínicos no sirven para este oficio”. Al menos, no deberían.

4. Cerrando el círculo
Hemos hablado de lo dañino que es el sistema de medios mediterráneo tanto para la democracia como para los medios en sí. Me gustaría cerrar el círculo volviendo al punto de partida de este artículo. Y es que, con la desaparición de la edición impresa de Público el sistema se vuelve todavía más dañino en España. Aunque habría mucho que discutir sobre el tema, son no pocos los que piensan que ha desparecido la única cabecera impresa de izquierdas que existía en la prensa española. Nuestro sistema mediterráneo se habría quedado así sin una de sus orillas. Así, a juicio de muchos, los que quieren alejarse de la orilla derecha sólo pueden quedarse chapoteando en alta mar, sin mucho a lo que agarrarse y aguantando los embates de las olas de un mar mediterráneo que, por si fuera poco, está altamente contaminado.

Juan Ignacio Cortés Carrasbal






Bibliografía:

  • Dahlgren, Peter (1995). Television and the public sphere: Citizenship, democracy, and the mediaLondon: Sage.
  • González, Juan Jesús y José A. Olmeda (2012). El sistema mediático en tiempos de Rodríguez Zapatero: un bucle melancólicoTexto inédito.
  • Hallin, D. y P. Mancini (2004). Comparing Media Systems. Three Models of Media and Politics. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Innerarity, Daniel (2006). El nuevo espacio público. Madrid: Espasa.
  • Kapuściński, Ryszard (2003). Los cínicos no sirven para este oficio: sobre el buen periodismo. Barcelona: Anagrama.
  • Kovach, Bill y Tom Rosenstiel (2012). Elementos del periodismo. Madrid: Aguilar.
  • Manin, Bernard (1998). Los principios del gobierno representativo. Madrid: Alianza Editorial.

Apéndide. Algunas opiniones sobre el cierre de Público:

13 de abril de 2012

La alegría cuesta (llegó la hora)

Hay que matar silencios. Llegó la hora de jugar las cartas. Y de jugar  a ganar.
Es hora de hacer caso omiso de los signos de interrogación y bañarse en la corriente de la vida, de huir de las cejas enarcadas y de los recelos. De dejar atrás las sombras. Sin prisas. Los caminos que merecen la pena se recorren despacio. Sobre todo, si son los senderos de un laberinto.
Hay que cambiar de rumbo. Despacio, girando poco a poco el timón para que la caña no se rompa.
Es hora de llorar sin dejar de buscar la risa. De hacer crecer los rosales. De cuidar la nueva casa. De hacer la compra solo. De saber disfrutar de las sorpresas que te iluminan el día y de no echar de menos los botes salvavidas.
Es hora de soledades sin pena. De insomnios sin ansiedad. De silencios sin angustia.
Pese a todo, pese a uno mismo, pese al futuro (o tal vez por el futuro), hay que dejar de estar "pensativo, febril, pálido y grave". Hay que buscar los amigos (los nuevos y los viejos), hay que buscar horizontes. Hay que hacer planes, a sabiendas de que los planes pueden salir mal (aunque me encanta que los planes salgan bien).  Hay que dejar que el viento idiota sople, pero también hay que buscar nuevas canciones.
No podemos volver al tiempo en que nacimos.
Ahora, la plaza de Olavide es el corazón del mundo. Y late con fuerza en los sábado soleados, en los atardeceres de nubes dramáticas y en las noches que preludian la llegada definitiva de la primavera.
Lo que me rodea está lleno de belleza cotidiana y de pavor. A veces, las calles asustan cuando se patean en soledad. Pero otras, de repente, parecen arder y un rincón te ofrece la eternidad por un instante.
Los vagabundos duermen bajo cartones en la glorieta de Quevedo bajo un cartel que dice "Salida de emergencia". Yo tengo una familia llena de promesas e incluso la luz quebradiza que alberga sabe sonreír con serenidad. Es tan fácil hacerla feliz con un beso de buenas noches.
Tengo miedo. Es hora de tener miedo. Todos lo tenemos. Pero es hora de no quedarse en el miedo.
Es hora de sudar. Hay que sudar. Porque la alegría cuesta. Y voy a sudar a cántaros. 

Os dejo con algunas canciones tristes y otras más alegres. Todas están llenas de vida. Al final, también, una declaración de principios.