2 de agosto de 2014

One: cumpleaños en la distancia

Hoy, un buen amigo, un gran amigo, de hecho, cumple años. Acabo de hablar con él por skype y la dulzura de hablar con él se mezcla con la amargura de estar lejos. De no poder participar hoy en la fiesta con otros buenos amigos. Se mezcla también con la evidencia -triste o no, evidencia al fin y al cabo- de que nos vamos haciendo mayores, de que los márgenes de error se estrechan y de que, a pesar de que a los cuarenta se supone que uno debiera más o menos saber qué quiere y qué puede hacer de y con su vida, a veces eso no está tan claro. Ya véis que hoy me ha dado por la melancolía.

El fin de semana pasado el panorama era muy distinto. Me escapé a Cornwall/Cornualles con una buena amiga y con otro compañero de viaje que se reveló como un cuerpo hasta cierto punto extraño. A estas horas, estaba disfrutando de una cerveza, viendo atardecer en la bella playa de Carbis Bay, mientras una voz dulce susurraba melancólicas canciones al micrófono de un restaurante a pie de mar. Vaya, se ve que hoy la melancolía lo tiñe todo.


Para completar el trío de amigos, esta mañana lei un mail de una amiga norteamericana que vive en España y que estaba en Francia, a punto de cruzar la frontera con Italia para iniciar sus vacaciones. Me enviaba una bella canción, una de las canciones de U2 -no puedo evitarlo, soy un antiguo- que más me gustan: One. En mi mail de respuesta le respondía que esa canción me recuerda lo difícil que a veces es tenerse en pie de forma coherente, no desparramarse en un remolino de dudas, angustias, incertidumbres, inseguridades, recuerdos de fracasos y miedos. Me recuerda también que el amor es difícil de encontrar. Es un nivel superior de la existencia al que cuesta acceder. Hay que andar, echar las manos para trepar, no desfallecer. Cuando uno llega a la cima, la recompensa es grande. Se siente todo el cuerpo tenso por el esfuerzo, la respiración cansada. Pero la vista de la vida desde allá arriba !es tan hermosa!

Aunque hace demasiado que no he pisado esa cima, no me rindo. Volveré a ella. Y la luz será más brillante, y el aire más puro. Mi respiración será menos agitada y mis noches estarán libres de sueños y presagios inquietantes.

Mientras ese momento llega, trato de que mi esfuerzo honesto sea también constante. Afortunadamente, en el camino me acompañan amigos que envían canciones, reciben y hacen llamadas y proponen excursiones  y otros artefactos con los que distraer melancolías y acallar perjudiciales humores.

Feliz cumpleaños, Jose. Aunque sea un coñazo hacerse mayores, es menos coñazo hacernos mayores juntos.