3 de mayo de 2011

Postal desde Brasil - Niñas gitanas en Marcionilio Souza


Marcionilio Souza es un municipio del estado de Bahía, perdido en medio de la nada. Un lugar al que muchos calificarían de moridero. A más de 300 kilómetros de la capital, Salvador, sus tierras son áridas y se ven a menudo arrasadas por la sequía. Hay poco trabajo y nada que hacer: ver la tele, disfrutar de las fiestas locales, jugar partidos de fútbol vespertinos, beber, afiliarse a alguna de las muchas iglesias evangelistas que proliferan en la localidad, intentar medrar mediante la política y aprobar unas oposiciones para asegurarse un sueldo de mera supervivencia para el resto de la vida son casi todas las escasas opciones que existen.
Sin embargo, en mi geografía personal, Marcionilio es muy importante. Allí fue donde descubrí Brasil, mi Brasil. Un Brasil de gente humilde que sobrevive de la alegría, de campesinos sin tierra, de curas comprometidos con la liberación, de samba y forró, de vaqueros vestidos de cuero (no, no es una perversión), de leyendas de forajidos heróicos como Lampiao y hombres-lobo. Un Brasil lleno de música, de humanidad sufriente y alegre, de calor, de sensación de vida.
Nada de ello hubiera sido posible sin Arturo, un hermano del que os hablaré otro día, casi un segundo padre.
Pues bien, allí, en un rincón perdido de este poblacho perdido, en una tarde perdida me encontré con un campamento de gitanos. Diferentes como en todas partes, apartados como en todas partes, alegres como en todas partes, me dejaron fotografiarles. Fue un caos de niños deseando chupar cámara y de gritos de  mayores intentando poner orden en el desconcertante guirigay. Fue una tarde de luz bruja, hace muchos años, a miles de kilómetros de donde hoy escribo y que, sin embargo, está aquí mismo, cercana en el tiempo y en el espacio, mientras contemplo esta foto antigua y escribo estas líneas nuevas.

Esta canción no tiene que ver con el tema de los gitanos, pero sí con la época en que descubrí Brasil. Pasen y descubran (si no lo conocían) el Corazón de estudiante de Milton Nascimento.

No hay comentarios: