3 de mayo de 2011

Regalos - "La contracultura a través de los tiempos", de Ken Goffman

Entre los libros que han caído en mis manos en las últimas semanas a raíz de mi cumpleaños y debido a la generosidad de amigos, parientes y dama, figura uno extraordinariamente curioso: La contracultura a través de la historia, de Ken Goffman. El libro repasa, en un tono enrollado y nada pedante, alguna de las principales corrientes contraculturales de la historia, como su subtitulo indica: De Abraham al acid-house.
¿Qué tienen en común personalidades tan distintas cómo Abraham, Sócrates, Voltaire, Bob Dylan, David Bowie o Abbie Hoffman? Pues que forman parte, cada una a su manera, de la historia de la contracultura, tal como la ve Goffman. Y, ¿qué es la contracultura? Pues, según la define uno de los históricos de la contracultura estadounidense, el apóstol del LSD Timothy Leary, es algo más bien indefinido (a menudo también, como se ve luego en el libro, contradictorio) que "florece donde quiera y cuando quiera que unos cuantos miembros de una sociedad eligen estilos de vida, expresiones artísticas y modos de pensar y ser que abrazan con entusiasmo el antiguo axioma de que la única constante verdadera es el cambio en sí mismo".
Es un libro que da mucho de sí, por lo que es probable que este blog vuelva sobre él (qué bonito eso de escribir en tercera persona, qué importante se siente uno, coño). De momento, sólo quería dejaros lo que a mí me parece una perlita. Se trata de una cita de la Declaración de Port Huron, un documento elaborado por una agrupación de universitarios progresistas llamada Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS, en sus siglas inglesas).

"...Contemplamos al hombre como algo infinitamente valioso y poseedor de capacidades no colmadas para la razón, la libertad y el amor... Nos oponemos a la despersonalización que reduce a los seres humanos a la condición de cosas....
El objetivo del hombre y la sociedad debe ser la independencia humana: la preocupación no por la imagen o la popularidad, sino por encontrar un significado a la vida que sea auténtico en lo personal, una calidad de la mente no dirigida compulsivamente por una sensación de falta de poder, ni que adopte sin pensar valores establecidos, ni que reprima cualquier amenaza a sus hábitos, sino que tenga acceso completo y espontáneo a las experiencias presentes y pasadas, que una con facilidad las partes fragmentadas de la historia personal, que se encare abiertamente con los problemas... 
Soledad, alienación, aislamiento describen hoy la enorme distancia entre hombre y hombre. Estas tendencias dominantes no pueden ser vencidas mediantes una mejor gestión personal, no con mejores aparatos, sino sólo cuando el amor del hombre venza en el hombre al culto idólatra por las cosas".

Bueno, podemos estar contentos, ¿no? ¡Estamos en el buen camino! Para celebrarlo, un poco de espiritualidad oriental de la mano de George Harrison:

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