7 de julio de 2011

¿Hacia el colapso?

Jared Diamond es un profesor universitario norteamericano y un divulgador científico hasta cierto punto inclasificable. Geógrafo de profesión,  es autor, entre otras cosas, de los libros El tercer chimpacé, ¿Por qué es divertido el sexo? y Armas, gérmenes y acero. No había oído hablar de él hasta que hace una semana lo mencionó en una conversación sobre un futuro viaje a México mi amigo Jordi Doce. Jordi me habló con encendido entusiasmo de otro de sus libros, Colapso, un texto que, tal como explica su subtítulo, bucea en las razones por las que unas sociedades perduran y otras desaparecen.
Soy de natural impulsivo con los libros, así que me lo compré (total, son poco más de ocho pavos en su edición de bolsillo y vivimos en una sociedad de consumo, ¿no?). Desde el momento en que salí de la tienda, pese a tratarse de un volumen teórico, a medio camino entre la antropología, la sociología, la ecología, la geografía y la historia, estoy enganchado a él. Diamond escribe con una prosa elegante, fluida. Es claro y didáctico, aporta datos y no se va por las ramas. Despacha material científico de alto contenido proteínico con el mismo ritmo con que Salgari te contaba las hazañas de Sandokán.
En fin, no quiero hacer un panegírigo, aunque bien lo merece, de Diamond y su Colapso. Pero sí traer aquí una reflexión que me provocó la lectura ayer de un fragmento del capítulo que Diamond dedica a la extinción de la civilización de la isla de Pascua.
Justo después de que los polinesios que habitaban esta isla alcanzaran el apogeo de sus realizaciones y cuando estaban produciendo los moais (estatuas) más grandes y bellas en honor de sus jefes divinizados, comenzó un declive atroz que produjo un un descenso enorme de la población y, ya que no su extinción, sí el fin de su sociedad tal como estaba organizada hasta ese momento. Se abandonó la religión tradicional y se adoptó una nueva (no el cristianismo: el colapso se produjo sin intervención de los colonizadores europeos); la integración regional de los clanes dio paso a un estado de guerra civil continuada y se comenzó a practicar el canibalismo. La causa de todo ello: el desarrollo de la sociedad había causado la esquilmación de los recursos naturales de la isla.
Voy a lo que voy, aunque llego despacio y con rodeos. Pero muchas veces los rodeos son lo más rico. Cito textualmente a Diamond:

"Los jefes y sacerdotes de Pascua habían justificado anteriormente la posición social de la élite que conformaban afirmando el vínculo que mantenían con los dioses, gracias al cual prometían traer prosperidad y cosechas abundantes... Como sus promesas se revelaban cada vez más huecas, el poder de los jefes y los sacerdotes quedó derrocado alrededor de 1680 por líderes militares denominado matatoa, y aquella sociedad anteriormente integrada de forma muy compleja se sumió en una guerra civil endémica".

Inmediatamente, surgió en mí la comparación con nuestra sociedad actual y el momento que vivimos de desmantelación del Estado del Bienestar y retroceso de los derechos y conquistas sociales y laborales. Quiero creer que no caeremos por el mismo precipicio que los polinesios de Pascua, pero no puedo dejar de ver un paralelismo entre el fin de una organización social y la crisis de otra.
Si nuestros actuales dirigentes no pueden garantizarnos una cierta prosperidad y nos vemos condenados a la precariedad, el desempleo y la exclusión social, ¿no llegará un momento en que aborreceremos de ellos y, si nos apuran, del sistema que sirve de marco a su mandato? En Pascua, los líderes cívico-religiosos fueron sustituidos por líderes militares. Eso ya lo vivimos en Europa hace 80 años. Se llama debilitamiento de la democracia, y llevó al totalitarismo fascista y estalinista.
Hace pocos días un conocido periodista, me decía que no cree que la cuesta abajo del Estado del Bienestar nos lleve tan abajo, que la vacuna contra el fascismo ya la tenemos puesta. No las tengo todas conmigo. De momento, parece que nos hemos saltado un estadio de degeneración y lo que seguro que está ya entre nosotros es el canibalismo. Aunque de momento sea tan sólo un canibalismo moral, les aseguro que a los humillados y ofendidos por el sistema les duele casi tanto perder una casa, sentirse condenados a cobrar 800 € para toda la vida o ver que a sus hijos les espera una vida más difícil que la suya como que les asen una pierna.

¡Uf! Sin duda, mi prosa no es la de Diamond. Para desentumecer las mentes, un clásico. Como Dylan, todos sabemos que los tiempos están cambiando. Lo que nadie (ni siquiera él, seguramente) sabemos es si para bien o para mal. Por si acaso, "tengan cuidado ahí fuera".


2 comentarios:

Melusina dijo...

Maravilloso. Ignassio, me lo prestás cuando lo termines, so pena de secuestrar tapices, mantas y sombreros africanos de tu propia casa. Ejem.

cortescarrasbal dijo...

Gracias, Melusa.
Yo te presto todo lo que quieras, menos a mi querida mujer. Eso sí, sin amenazas de por medio. Cuídense en Galapagar de la Plata.