12 de agosto de 2011

Postal desde México - Algo parecido al paraíso


Cuando las ruinas de Tulum no eran todavía ruinas, Tulum era una próspera ciudad comercial maya, ubicada sobre un acantilado al lado del mar Caribe. Hoy las ruinas de Tulum son un lugar que invita al sueño, a imaginar el aspecto de lo que fue el centro ceremonial de esta ciudad, varios de cuyos edificios se mantienen todavía en pie. Los arqueólogos, esos científicos que tienden tanto a la fabulación, los han bautizado con nombres tan evocadores como el Templo de los Vientos o la Casa de las Pinturas.
No hacen falta nombres para dejarse llevar por la fantasía, sin embargo. Basta ver las antiguas piedras sobre las piedras de la Madre Tierra y asomarse al azul turquesa del Caribe para sentirse, de alguna extraña manera, rey del mundo. Porque a los soñadores la belleza nos da fuerza para vivir y para conquistar la existencia. Y no hay rey más poderoso que aquél que ansía existir con todas sus fuerzas. Yo quise existir infinitamente en Tulum y, vuelto a mi realidad menos romántica, más cotidiana, pero también llena de aventuras y épica del día a día, lo contemplado en Tulum me da fuerzas para querer conquistarne cada minuto, cada segundo. Para ser rey de mi vida, que es el mejor reinado -y, en el fondo, el único- al que una persona puede aspirar.

Al hilo de este edificante discurso, y siguiendo con nuestro curso recién iniciado de canción popular mexicana, un temazo imprescindible en toda reunión etílica que se precie:

2 comentarios:

Melusina dijo...

No hay nada más grande que José Alfredo!!!! Y vos, claro.

Madame Blavatsky dijo...

y vos, Melusina.