14 de agosto de 2011

Postal desde México - Hombres alados en Ek´ Balam



Visitar las ruinas mayas de Ek´ Balam no entraba en nuestros planes. Sin embargo, un conocido mexicano nos lo recomendó vivamente, y decidimos hacerle caso. Nunca le estaré suficientemente agradecido.
A unos 30 kilómetros al norte de la bella ciudad colonial de Valladolid, en el estado de Yucatán, Ek´ Balam (jaguar negro, el nombre proviene de uno de los antiguos señores de la ciudad) son unos restos arqueológicos no tan bien conocidos ni tan masivamente visitados como los de Chichén Itzá, Cobá o Tulum. Eso tiene ventajas y desventajas. Desventaja principal: la forma de llegar hasta allí, si no se dispone de coche alquilado, es mucho menos evidente y clara. Ventaja principal: puedes encontrarte casi completamente solo entre las ruinas de las plazas ceremoniales de la ciudad, en medio de impresionantes pirámides cercadas por la selva. Tomando prestada una frase hortera de las guías de turismo mochilero, aquí puedes sentirte como Indiana Jones en el Templo Maldito.
Sin llegar a sentirme Indiana Jones, ni falta que me hacía, las ruinas de Ek´ Balam me abdujeron. Tal vez tengan algo de culpa en ello los extraños seres alados representados en la portada del templo de su pirámide principal. Muchos ven en ellos una clara señal de contacto extraterrestre (no sé si Iker Jiménez conoce el lugar, pero se lo recomiendo vivamente; en cuanto a J. J. Benítez, me temo que ya estuvo por aquí: sus libros ocupan un lugar destacado entre varios tochos que invitan a la relectura friki-místico-ovniviana de las ruinas mayas de Yucatán en la surtida librería del área de servicios de Chichén-Itzá).
Con seres alados o no, lo cierto es que las ruinas despiden una evidente aureola de misterio. Aureola  que se extiende a todos los restos arqueológicos de las grandes ciudades mayas, muchas de las cuales fueron abandonadas antes de la conquista. Este intrigante dato puede tener una doble lectura. Aunque los mayas abandonaron muchos de sus grandes centros ceremoniales, han pervivido como sociedad hasta nuestros días. Los estudiosos indican que las grandes ciudades se hicieron insostenibles por la carencia de agua o de tierra fértil. Enfrentados a dicha evidencia, al parecer los mayas supieron renunciar a su grandilocuencia y sobrevivir como una sociedad más frugal y dispersa. Supieron decrecer. Me temo, sin embargo, que esta lección que viene del pasado no nos sirva de mucho en nuestro atormentado presente. No somos tan sabios.
Hablando de Ek´Balam no puedo dejar de hablar de don Pablo. Me hubiera gustado colgar su foto aquí, junto a la de los restos arqueológicos, pero no la tengo, porque nunca la hice. Me arrepiento y me acuerdo de las sabias palabras de uno de mis antiguos jefes, el entrañable Gerardo González Calvo, alma mater durante muchos años de la revista Mundo Negro: la peor foto es la que no haces. 
En fin, a lo que iba: Don Pablo es el taxista que nos llevó a Ek´Balam. Un maya de unos sesenta años lleno de sabiduría popular y buen humor. Un tipo de extracción social humilde que a lo largo de su tránsito por la tierra ha vivido ya varias vidas: camionero, agricultor, taxista, peón arqueológico. Sus datos sobre la cultura maya fueron tan ricos o más como las enseñanzas de las piedra de Ek´Balam y de las lecturas de guías y tratados antropológicos sobre la civilización maya. Ello me reafirma en mi vieja creencia de que en los viajes de quien más se puede aprender es de las personas.
Entretanto se disipa el incienso solemne que acompaña esta declaración de principios un tanto chusca, os propongo escuchar (cómo no, seguimos con nuestro curso intensivo-superficial de música popular mexicana) dos bellos corridos revolucionarios. Junto con las fotos serán, sin duda, lo más disfrutable de este post.



1 comentario:

Melusina dijo...

Maravilloso viaje al que me llevás con este post. Vivan las máquinas del tiempo y los taxistas.