21 de diciembre de 2011

La política como servicio - Václav Havel in memorian

Supongo que trabajar en una organización de derechos humanos me está (re)(con)(de)formando. Al final, todas las experiencias de la vida lo hacen. Me fijo más en cosas que antes me fijaba menos. Mis (escasas) últimas lecturas fuera de los textos del Máster Política y Democracia tienen mucho que ver con los derechos humanos y con una suerte de íntimos (y tal vez absurdos, pero sentidos) homenajes a personas que fueron víctimas de abusos contra ellos.
Así, hace unos meses me devoré (es fácil hacerlo) Operación Masacre, una novela-reportaje (¿un reportaje-ficción? No lo sé, no he tenido tiempo de bucear en la intrahistoria del libro) de Rodolfo Walsh, un periodista de izquierdas argentino, presunto montonero según algunos (dato sin confirmar, insisto en la falta de tiempo) y, eso sí que está tristemente confirmado, desaparecido durante la última dictadura militar argentina (aprovecho, pese a que me doy cuenta de que realmente estoy llenando este post de minas en forma de parántesis, para hacer votos por que sea realmente la última). 
El libro de Walsh es una descripción casi notarial de la investigación que realizó sobre el fusilamiento de unos pobres diablos, presuntamente conspiradores contra el régimen argentino a finales de los cincuenta coincidiendo con el alzamiento de los generales Tanco y Valle. Muy recomendable y pavoroso.
Pero no era éste el libro del que os quería hablar. Os quería hablar del libro de memorias del ex presidente checoslovaco y checo Václav Havel. Un libro de memorias un tanto extraño y titulado humorísticamente Sea breve, por favor.
Aunque a los 19 años era bastante inconsciente como para darme cuenta del momento histórico que estaba viviendo, seguí con cierta atención todos los hechos de la Primavera del Este. Aquel verano mágico en que el Telón de Acero cayó. De las escasas y borrosas imágenes que guardo en mi memoria destacan tres. Por supuesto, la caída del muro.


No sé por qué (un psicoanalista tendría mucho que decir sobre esto, imagino), la imagen de Gorbachov recibiendo un beso asqueroso en la boca de Erich Honecker, el presidente de la Alemania comunista unos días antes de la caída del muro.



Y la tercera es la imagen de Havel saludando a la multitud que había llevado a cabo la revolución de terciopelo en la entonces Checoslovaquia, un país cuyo simple nombre me fascinaba. Me impresionó que ese tipo delgado, con cara de bon vivant, dramaturgo casi recién salido de la cárcel fuese llevado prácticamente en volandas hasta la presidencia de un país.


Havel murió hace pocos días y decidí rendirle homenaje leyéndome sus memorias. De ellas extraigo las siguientes frases, muy de triste (des)actualidad en los tiempos que corren:

"En innumerables ocasiones he tenido la oportunidad de convencerme de la importancia, en un Estado democrático, de que la política no sea una mera tecnología del poder, sino que dé un verdadero servicio a los ciudadanos, a poder ser desinteresado, fundado en ideales concretos y que atienda al orden moral por encima de nosotros, que perpetúe los intereses de la raza humana a largo plazo y que no sólo le inquieten las preferencias de la sociedad del momento; en definitiva, que se niegue a convertirse en un mero juego de diversos intereses particulares o fines pragmáticos".

En fin, ahí queda eso. Les dejo con Los Planetas (¿por qué? Pues porque sí, coño):

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