27 de diciembre de 2011

Cuerpos (humanos)

Antes que nada, una advertencia: no esperéis expansiones erótico festivas en este post. No va por ahí la cosa.
Quería hablaros de algo en lo que llevo pensando hace ya unas semanas, Pero hasta ahora no había encontrado el momento. A finales de noviembre tuve la suerte de conocer a Neil Sammonds, investigador de Amnistía Internacional sobre Siria. Neil es un inglés de poco más de 40 años, algo loco, que, por jugarretas del destino, aprendió árabe antes que español, que era su primera opción. En parte debido a ello, hace ocho años que investiga casos de violaciones de derechos humanos en Oriente Próximo. Visitó España por varios motivos y yo tuve la suerte de pastorearle amigablemente de una entrevista a otra y, entre un periodista y otro, conocerle un poco.
Me impresionaron muchas cosas de Neil. Pero, sobre todo, me impresionó una frase suya que hoy (milagros y aconteceres del subconsciente) ha aflorado de mi memoria. Creo que estaba en directo, en Hoy por Hoy, y Carlos Francino le preguntó acerca del Ejército Nacional Sirio, una fuerza creada por  desertores de las unidades militares del sangriento régimen de Bachar al Asad. Neil respondió que, efectivamente, tiene constancia de que existen opositores a la dictadura siria que están armados. Pero, inmediatamente, añadió: "La mayoría de los sirios contrarios al régimen se oponen a él con la única arma de sus cuerpos, saliendo a manifestarse en la calle, aún sabiendo que corren el riesgo de ser tiroteados por los soldados".


No voy a hacer una descripción de las atrocidades que el régimen sirio está cometiendo contra su población. Para eso ya están los informes de Amnistía Internacional, para quien trabajo, y de otras organizaciones. Dejadme sólo apuntar dos cosas: desde que comenzaron las revueltas en Siria, hace menos de un año, se calcula que más de 5.000 personas han muerto víctimas de la represión. En uno de los informes de Amnistía sobre las atrocidades del régimen, centrado en malos tratos y tortura en los hospitales, figuraba una frase estremecedora, dicha por un médico a su paciente: "no voy a curarte la herida del pie porque así, cuando se te gangrene, te lo tendremos que amputar".
Lo que quiero con este post es, de alguna manera, mostrar mi admiración por esas personas que luchan con la  única arma de sus cuerpos en las calles de Homs y Deraa, de El Cairo y Alejandría. Las que han luchado en las calles de Túnez o Bengasi. Y en las de Manama y Saná.
Resulta difícil olvidar, a poco que se haya mirado con atención, la imagen de la manifestante egipta brutalmente golpeada y casi desnudada por los militares que desde hace muchos días escupen fuego y rabia contra las personas que en la plaza de Tahrir y sus alrededores piden la democracia y el fin de la represión. 


En todo Oriente Próximo, cuerpos creados para el placer y la vida son diariamente maltratados, corrompidos de una u otra manera y tratados como deshechos, como escoria. No debería dejarnos indiferentes. La gente que clama por la democracia en Yemen, Egipto, Bahréin, Siria. La que lo hizo en Túnez y Libia no son desconocidos. Son nuestros hermanos de armas. Nuestros camaradas que, como nosotros, tienen a su disposición las únicas armas de su indignación y de sus cuerpos.

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