20 de enero de 2011

Postal desde Ecuador - Un coche-péndulo en Quito I

Fue una de las noches más surrealistamente divertidas de mi vida. Corta pero intensa. Había ido a Ecuador a visitar a un paisano que en aquel entonces conocía ligeramente y que se convirtió desde entonces en mi amigo. Él trabajaba como voluntario laico en una misión en el norte de Ecuador, en la región amazónica. Instalado en una zona rica en petróleo, cuya capital, Lago Agrio (también conocida como Nueva Loja) era una verdadera ciudad del Far West, Jesús formaba parte de un grupo de idealistas que aspiraba a poner un poco de humanismo (cristiano, por supuesto) en un territorio en el que  colonos venidos de otras partes de Ecuador, compañías petrolíferas, indígenas presentes en la zona desde tiempo inmemorial, guerrilleros colombianos que de vez en cuando traspasaban las fronteras, narcos, agentes de la DEA, prostitutas, militares y aventureros de toda laya luchaban por su lugar bajo el sol, a menudo a costa de l de los demás.
A mí me interesaba conocer Radio Sucumbíos, una emisora educativa y comunicativa puesta en marcha por la diócesis del mismo nombre, de cuyo equipo Jesús formaba parte. En aquella época en que era al mismo tiempo más joven y más viejo de lo que soy ahora, aspiraba poco a menos que a redimir el mundo con mi particular máquina de matar nazis: la profesión de periodista.
Uno de los hechos que tuvieron lugar en aquel entonces y que mostraba en toda su crudeza lo difícil que era la vida en ese rincón del planeta me dio la oportunidad de conocer a una de las personas más divertidas con las que me he topado a lo largo de mi vida.
Ramiro era un abogado experto en derechos humanos que estaba echando una mano a una abogada española, Tere, otra voluntaria de la misión carmelita de Lago Agrio que lideraba un programa de lucha por los derechos humanos en la zona. Aunque la escena a la que se refiere esta postal tuvo lugar algunas semanas después en Quito, conocí a Ramiro en la capital de Sucumbíos, adonde había acudido de visita para recabar datos acerca del caso de los "11 del Putumayo", un grupo de campesinos de origen colombiano arrestado arbitrariamente por el ejército ecuatoriano, sometido a torturas, y obligado a confesar su pertenecencia a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

(Continuará, claro. No os preocupéis, que no os voy a dejar así. Pero, para amenizar la espera, lo más propio es un bonito pasillo, de Julio Jaramillo. Los pasillos ecuatorianos son, posiblemente, la música más melancólica del mundo. Más que los fados y que los boleros, me temo. Que lo disfrutéis)

2 comentarios:

jesus dijo...

Lagoagrio! ¿Qué lugar más extraño y excitante a la vez? !Qué bien lo describes! Y qué maravillas puedes encontrar cerca de allí. La reserva del Cuyabeno, a 3 horas de allí (por pista y canoa) es una maravilla de esas que uno no olvida jamás.
Y lo de las radios comunitarias y el papel que hacen en el Oriente ecuatoriano es bien interesante...
Buena entrada, JI

jesus dijo...

Lagoagrio! ¿Qué lugar más extraño y excitante a la vez? !Qué bien lo describes! Y qué maravillas puedes encontrar cerca de allí. La reserva del Cuyabeno, a 3 horas de allí (por pista y canoa) es una maravilla de esas que uno no olvida jamás.
Y lo de las radios comunitarias y el papel que hacen en el Oriente ecuatoriano es bien interesante...
Buena entrada, JI