10 de diciembre de 2010

Dinero, dinero

Este país (seguramente, no sólo éste) tiene un problema: las conversaciones de bar se quedan en el bar. Nuestras diatribas contra la clase política, los mercados, la banca, el presidente de la patronal, los jueces que se dejan presionar por la diplomacia extranjera, los sindicatos, el precio de la vivienda se quedan en alardes de machotería verborreica y altisonante. NUNCA (o casi) pasamos a la acción, tomamos decisiones concretas que, bien es cierto que a pequeña escala, pueden tener incidencia sobre la realidad.
Hay individuos que lo hacen y ahí tienen a Julian Assange y su gente de Wikileaks revolucionando el mundo. Espero ansioso su anunciada filtración sobre las prácticas de la banca internacional. Muchos somos conscientes de cómo las decisiones de las grandes corporaciones financieras (bancos, fondos de pensiones, ingenieros de productos financieros hechos de opciones sobre opciones a opciones) crearon en años precedentes una burbuja que nos ha explotado en nuestra cara de aspirantes a nuevos ricos. Pero verlo ahí escrito, negro sobre blanco, con entrecomillados, va a resultar tan estremecedor como, espero, indignante. A muchos nos darán ganas, como sugiere algún académico de renombre y como asegurábamos hoy un grupo de amigos sentados hoy fraternalmente en torno a una mesa (es bastante intercambiable a los efectos de lo que nos referimos), de instalar una guillotina en la Puerta del Sol.
No creo que haya que llegar a tanto. Entre el pistolerismo anarquista y la pasiva conformidad hay muchos caminos intermedios. Hoy quiero sugeriros uno que, gracias al buen hacer de los medios de comunicación generalistas, es muy probable que muchos de vosotros no conozcáis: la banca ética. Aunque sé que existen más experiencias, hay dos de las que tengo noticia directa: Fiare y Triodos Bank. Si la primera es una iniciativa exclusivamente española, en el segundo caso hablamos de un grupo europeo asentado en nuestro país desde 2004.
Los principios de estos bancos éticos están claros: no crear ni participar en productos bancarios de economía especulativa, cuyas inversiones sean o puedan ser desviadas a empresas que violen o faciliten la violación de los derechos humanos (petroleras que contraten como seguridad primaria o secundaria a grupos armados no estatales responsables de crímenes contra los derechos humanos, empresas de armamento, grandes empresas agrícolas que desplacen a comunidades campesinas o indígenas de sus tierras...) y colaborar, a través de créditos y del reparto de parte de sus beneficios y de los beneficios de sus clientes, en la financiación de empresas que contribuyan a fomentar otro modelo económico (desde ONGs de derechos humanos a empresas de agricultura ecológica, pasando por cooperativas de consumo, plantas de obtención de energías renovables). Todo ello, sin renunciar a resultar rentables para sus clientes.
Les dejo con un extracto de la entrevista que le hice a comienzos de 2009 a Esteban Barroso, director general de Triodos Bank en España, por si les convence. Salió publicada en la revista 21:

"La banca ética trata de incorporar los valores y los ideales de lo que podemos llamar la búsqueda de un mundo mejor al mundo financiero. Nosotros pensamos que es posible hacer negocios y mejorar la vida de las personas y el medioambiente al mismo tiempo".
"A través de nuestras decisiones económicas podemos transformar la sociedad. Si inviertes en agricultura ecológica, fomentas la existencia de agricultores ecológicos. Si inviertes en comercio justo, fomentas el comercio justo. Uno puede tener su dinero en el banco, obtener una rentabilidad y, al mismo tiempo, contribuir a que proyectos valiosos para la sociedad y que tienen que ver con su forma de entender la vida puedan ser viables".
"Si algo está mostrando esta crisis es que la dimensión no es lo que más importa. Instituciones financieras de tamaño colosal se han desplomado. La dimensión es sólo un elemento más a la hora de valorar la viabilidad de una empresa. Hay que tener en cuenta también su modelo de negocio, sus productos y servicios, sus clientes… Por otra parte, las más importantes organizaciones sociales –ONGs de desarrollo, medioambientales y de derechos humanos– son clientes de Triodos. Puede que económicamente estas organizaciones tengan una dimensión pequeña, pero, desde el punto de vista del impacto social, su repercusión es enorme. La efectividad de las decisiones económicas y financieras no se mide sólo en dinero. Para nosotros, la efectividad tiene que ver con la mejora de la calidad de vida de las personas".
"Somos personas, básicamente, con ideales y con valores. Nuestros clientes son personas que quieren llevar a la práctica sus valores y que eligen llevarlos a la práctica también a la hora de tomar decisiones financieras.
Invertir en economía real es rentable y sensato. Eso es muy importante para nuestros clientes y para prevenir situaciones como las que han llevado a esta crisis. Nuestros clientes entienden lo que hacemos. El negocio de la banca no es sólo para los banqueros. Los clientes, los accionistas también tienen que entenderlo. La transparencia de las instituciones y de los productos financieros es muy importante".


Y para terminar, con todos ustedes: ¡OBÚS! (porque los viejos rockeros nunca mueren).

No hay comentarios: